I had an interesting experience while teaching Spanish in a Senior class at a school in Oklahoma. All students in this class always participated and were continually active.
One day, a student took out a deck of cards and started playing by himself. He constantly looked at me as if waiting for me to say something. I did not want to show the authority nor the schools’ policies to address this situation, but I was truly distracted.
We began to work on an exercise in Spanish taking turns in couples and “my player” participated effectively and efficiently during the whole activity.
That night, I thought about what had happened. The student had not distracted his classmates because they all nicely participated. Should I have said something to him and why? How should I have approached this situation without showing my authority? I wondered until I felt asleep without finding an answer.
The next day to my surprise, "my player" took out the deck of cards again. Before he spread them out on his desk I said: “E.J. no cards in my class, please.” He looked at me, smiled, and put them away. I asked the class if anyone knew why I had asked E.J. not to play in class. There was a moment of silence and one of the students mentioned the Code of Student Conduct. I asked, “any other ideas?” “Nope” my students responded in unison. “Well, that was not the main reason in this case,” I said and added, “The main reason was the fact that I love playing and it took me a lot of effort to concentrate while E.J. handled his cards yesterday.” I could see their surprising faces including mine; what I just said? Well, after all it was true, and I think that was why it came up spontaneously.
In that same class, there was another student who took out his cell phone and started texting. I made the most of that conjunctural moment to invite the student putting his cell phone away to watch a video about many things that one may miss by being trapped by a cell phone. There was an interesting dialogue among the students after the video and it also was a great opportunity to learn more vocabulary in Spanish. These were the only two distracting situations I had in this class for the entire school year.
The end of December was approaching, so on the last day before leaving, I wished them the best vacations ever and encouraged them to enjoy great moments with their friends and loved ones. To my surprise, E.J. stood up and said that he had something to tell me. “Hmmm, what it could be?” I wondered. I remember her short speech very precisely:
"On behalf of my classmates and my own, we wish to apologize for being disrespectful in your class and we want to thank you for being our Spanish teacher."
Oh, my goodness! my throat tightened. I could not believe what I just heard. I took a deep breath silently to strength my voice and repress my tears from falling like an overflowing ocean and replied that I also was thankful for having them as my students and that I did not feel that they had disrespected me, but I deeply appreciated their humility. I also added that those situations had led us to learn more about our behavior and to respond in a kind and healthy way, which was intelligent. Then, I said, “¡Feliz Año Nuevo!” I disconnected after 2 seconds that seemed like hours! My cheeks were flooded by the immense repressed ocean.
Estudiantes “irrespetuosos” del último año en mi clase de español
Tuve una experiencia interesante mientras enseñaba español en una clase del último año en una escuela en Oklahoma. Todos los estudiantes de esta clase siempre participaron y estuvieron continuamente activos.
Un día, un estudiante sacó una baraja de cartas y empezó a jugar solo. Constantemente me miraba como esperando que le dijera algo. No quería dejar ver la autoridad ni las políticas de las escuelas para afrontar esta situación, pero estaba realmente distraída.
Empezamos a trabajar en un ejercicio en español turnándonos en parejas y “mi jugador” participó de manera eficaz y eficiente durante toda la actividad.
Esa noche pensé en lo que había pasado. El alumno no había distraído a sus compañeros porque todos participaron muy bien. ¿Debí de haberle dicho algo y por qué? ¿Cómo habría afrontado esta situación sin mostrar mi autoridad? Me pregunté hasta que me quedé dormida sin hallar una respuesta.
Al día siguiente, para mi sorpresa, "mi jugador" volvió a sacar la baraja de cartas. Antes de que las extendiera sobre su escritorio, le dije: “E.J. no cartas en mi clase, por favor". Me miró, sonrió y las guardó. Le pregunté a la clase si alguien sabía por qué le había pedido a E.J. no jugar en clase. Hubo un momento de silencio y uno de los estudiantes mencionó el Código de Conducta Estudiantil. Les pregunté, "¿alguna otra idea?". "No", respondieron mis estudiantes al unísono. “Bueno, esa no fue la razón principal en este caso”, dije y agregué, “La razón principal fue el hecho de que me encanta jugar y me tomó mucho esfuerzo concentrarme ayer mientras E.J. movía sus cartas". Podía ver sus rostros sorprendentes, incluido el mío; ¿qué acababa de decir? Bueno, después de todo era cierto, y creo que por eso salió espontáneamente.
En esa misma clase, hubo otro estudiante que sacó su teléfono celular y comenzó a enviar mensajes de texto. Aproveché ese momento coyuntural para invitar al estudiante a que guardara su teléfono para ver un video sobre muchas cosas que uno puede perderse al quedarse atrapado por un celular. Hubo un diálogo interesante entre los estudiantes después del video y también fue una gran oportunidad para aprender más vocabulario en español. Estas fueron las únicas dos situaciones de distracción que tuve en esta clase durante todo el año escolar.
Diciembre estaba llegando a su fin, así es que el último día antes de salir, les deseé las mejores vacaciones y los animé a disfrutar de grandes momentos con sus amigos y seres queridos. Para mi sorpresa, E.J. se puso de pie y dijo que tenía algo que decirme. "Hmmm, ¿qué podría ser?" Me pregunté. Recuerdo su breve discurso con mucha precisión:
"En nombre de mis compañeros y el mío propio, deseamos disculparnos por ser irrespetuosos en su clase y queremos agradecerle por ser nuestra profesora de español".
¡Oh recórcholis! mi garganta se puso rígida. No podía creer lo que acababa de escuchar. Respiré profundo en silencio para fortalecer mi voz y reprimí mis lágrimas para que no cayeran como océanos desbordados, y entonces respondí que también estaba agradecida por tenerlos como mis alumnos y que no sentía que me hubieran irrespetado, pero agradecía profundamente su humildad. También agregué que esas situaciones nos habían llevado a aprender más sobre nuestro comportamiento y a responder de una manera amable y saludable, lo cual era inteligente. Entonces, dije “¡Feliz Año Nuevo!” y me desconecté después de 2 segundo que parecieron horas! Mis mejillas se inundaron con el inmenso océano reprimido.
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